Déjame entrar. No me cierres la puerta de tu cielo. Los pesos de la tierra me retienen, me atraen hacia su centro irremediablemente. Y sólo a veces consigo la ligereza necesaria para elevarme a tu lado, a ese otro gran centro donde tú me esperas, centro etéreo que también existe. Ingrávida siento mi alma desde aquí, si sé que tengo en tí mi espacio reservado. Y si desciendes a dónde yo estoy, ... adelante, pasa, siéntate. Te quiero y te devolveré todo mi amor con intereses.
No podría vivir de ningún modo si dejas de quererme, querido consumidor.
Atentamente,
La Caixa
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