MI MAMÁ ME MIMA
María adora ir a la escuela, es el único lugar en el que se siente humana. Cuando consigue leer una frase, su rostro se ilumina, es como descubrir un tesoro, como subir al cielo, como caminar, por fin, hacia alguna parte.
De vuelta a casa, dos horas de camino, es capaz de mantener su débil cuerpo más erguido e incluso de aligerar un poco el paso.
Ya puede divisar el campamento, ya asoma la tristeza. Se detiene y permanece pensativa unos instantes. En un movimiento brusco, de ceño fruncido, de labios apretados, se sienta en medio del camino y saca su cartilla.
Su voz se eleva con rabia en el silencio de la poca tarde que le queda al día:
_ ¡ Mi mamá me mima!
Me encanta. Ya te enlacé a mi blog y eres una de mis preferidos. Un abrazo.
ResponderEliminarDura vida para una muchacha, pero que orgullo siente! Solo por aprender para poder progresar cualquier sacrificio es llevadero.
ResponderEliminarGenial tu entrada
Besos
Bonito relato, hay gente a la que la única salida que les queda es leer.
ResponderEliminarSaludos
Gracias por tu relato, Isabel. Y por el compromiso social que hay detrás de él.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo,
PABLO GONZ
También hambre de leer, la única hambre liberadora. Nuestra experiencia de docentes nos concede el privilegio de vivir esos momentos emocionantes. Muy bien, Isabel
ResponderEliminarNo hay nada como la ilusión de prosperar, de salir del hoyo, magnífica propuesta final.
ResponderEliminarUn abrazo
Que historia más sencilla y más enternecedora. A veces hace falta muy poco para remover conciencias.
ResponderEliminarUn saludo.
;)
Ojalá esa motivación y ese deseo por aprender lo tuvieran nuestros chicos en las aulas.
ResponderEliminarUn abrazo
¿No se te han deslizado dos nombres distintos para la chica? ¿O es que son dos?
ResponderEliminarUn micro con mucho mensaje. Desprende dignidad aún en los momentos más difíciles.
ResponderEliminarSaludos.