- Pog favog, sea bgreve -dijo ella plantada en la puerta de su casa, bgreve, bgreve, - seguía repitiendo ya en la habitación pequeña y cochambrosa, aquella francesita encantadora, mientras desabrochaba con rapidez mis pantalones.
- 500 eugos la hoga, sólo me ha dado 50, aprgesuge, podeg se puede, no me venga después con rgeclamasiones.
- No se preocupe señorita, escribo microrrelatos, me van a sobrar 10.
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