La autoestima del dragón andaba por los suelos,había perdido el apetito y ya no le apetecía devorar a nadie A cada poco, sus fauces exalaban pequeñas llamitas azuladas a modo de suspiros. Sus enormes alas de dragón de cuento escasamente le elevaban un metro sobre el suelo las pocas veces que intentaba desplazarse de un sitio a otro. Y todo desde que irrumpió en su vida, enamorándole, aquella damita disfrazada de monje que le ignoraba y sin ningún tipo de miedo paseaba ante él todos los días inmersa en la lectura de los cuentos de un tal Monterroso.
Pobrecito dragón con el corazón roto. Cruel damita...
ResponderEliminarSuerte.
Tal vez la damita pretendia descubrir como transformarse en drangona, para conquistar a quien tanto la observaba. Un besito
ResponderEliminarDos versiones, fantástico. Un beso a ambos, Pietror, Cele.
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