Crece como una más en el jardín de mi casa y descansa en mi mirada pensando que no la miro, sinó se vería obligada a retarme con los ojos. No puede consentir que la mire con esa afición que le tenemos las madres a acurrucarlos de nuevo en el regazo. Crece y quiere irse de mis ojos. Regresará a demostrarme que me quiso siempre...cuando vuelva con un niño acuurucado entre sus brazos.
Qué bella reflexión, isabel. Creo que a las madres jamás se nos agotan los deseos de tener a los hijos bajo nuestra mirada. Y puedo dar fe de la alegría que sentimos a ver a nuestros hijos ejercer de padres. Saludos cordiales.
ResponderEliminarQuerida Isabel, con tu permiso te incluiré en mis contactos.
ResponderEliminarGracias Isabel, qué suerte esa fe que das de algo tan hermoso. De madre a madre, de Isabel a Isabel, con cariño.
ResponderEliminarQuerido Esteban, tienes todos mis permisos.Me produce una gran satisfacción que lo hagas ya que eres uno de los escritores que sigo que más admiro. Ya sabes que no me pierdo ninguno de tus escritos.
ResponderEliminarUn beso,