Sea breve por favor, dijo ella, que el que sabe besar bien, besa cortito, máximo unos doscientos segundos, cargaditos de matices. Acompañe de caricias con doble o triple intención, que de interpretarlas bien, de sentirlas entre líneas, de éso,...ya me encargo yo. Y acabe usted de repente, en el momento más álgido, cuando menos me lo espere, que nunca me gustaron mucho esas despedidas largas, almibaradas y lánguidas. Que me quede con las ganas, que le añada a mis contactos, que le siga y le comente, que quiera volver a verle.
es como si hubiéramos besado contigo.
ResponderEliminarPuff, Isabel, qué buena eres. Me das una envidia... de esa mala, mala, malísima.
ResponderEliminarÉso pretendía, Gonzalo, besaros a todos con una bonita metáfora.
ResponderEliminarPedro, gracias, exageras un poquito¿no?, muchas gracias por tu amable y estimulante comentario.
Vale, Isabel. Pero tampoco un c...omentario "interruptus" ni una e...xageración precoz. (-;
ResponderEliminarMiguel, qué oprtunas palabras encontradas, caramba, al servicio del ingenio.
ResponderEliminarClaro, hombre, un mal día lo tiene cualquiera, ja, ja,
Un beso
Yo siempre digo que el tamaño no importa si hace disfrutar. Hay muchos que son largos pero aburridos, otros quizás son más cortos pero más intensos y placenteros.
ResponderEliminar¿O quizás el tamaño importa?
Lo siento Isabel, pretendía hacer un microcomentario, pero se me ha ido la mano...
Un petonet
Hola, Isabel:
ResponderEliminarHace poco que he llegado hasta ti y ya te he "enlazado" a mi blog. Es un placer ver como los decálogos, como los mandamientos, se pueden adelgazar y dar a luz sentenciosamente tu ideal estético. Un placer cortito al que auguro continuación.