Pedro, el oculista, ha salido corriendo hacia la Moncloa. El llamamiento hecho por el gabinete de crisis de su país era alarmante. El fenómeno había comenzado a las 12:45 del día de ayer en Tías (Lanzarote) y se había extendido rápidamente a la península. La bautizada como “ceguera blanca", pandemia ya según la OMS, se extendía como la pólvora. "De élla sólo se sabe que se contagia por vía emocional. Se recomendaba a la población no sentir nada en los próximos días si no era absolutamente necesario." Pedro se detiene bruscamente, acaba de sentir un extraño miedo blanco.
Precioso homenaje a Saramago (¿o me equivoco?)
ResponderEliminarUn beso, Isabel.
Esa ceguera que nos invade, como un manto de leche, como lo expresó Saramago.
ResponderEliminarMe alegro que hayas empezado a colaborar en El Microrrelatista
ResponderEliminarUn beso.
Qué bueno!!! Toda una genialidad, durante todo el relato pensando en algún virus o algún agente químico y resulta que hablabamos de la indiferencia que nos asola.
ResponderEliminarBrillante de verdad!
Un beso crack!
Muy bueno, Isabel. La frase de inicio me parecía especialmente difícil, pero lo has resuelto muy bien. Suerte!!
ResponderEliminarFelicidades Isabel!!! siempre tus pocas palabras encerrando realidades inmensas!
ResponderEliminarla ida de Saramago nos deja en el alma mucha ceguera blanca
Otro abrazo! ML
Sobrevuela un grande, Saramago en un micro de espíritu enorme. Me gustó. Saludos!
ResponderEliminarGenial, sencillamente. Me ha encantado.
ResponderEliminarCon lo difícil que era la frase te quedó genial, muy opotuno y elegante. Un beso, talentosa.
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