Mujer de Lot de Marina Tàpies
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Le resultaba más fácil que afrontar su presente, sobre todo después de haber vivido aquel infierno, y no pudo resistirse a volver la vista a atrás, Él les había dicho que no lo hicieran, necesitaba ver para poder creer lo que su dios había hecho, ni siquiera les dejaron salvar a los inocentes, los libres de pecado, los niños, tal como les había prometido. Paralizada, rellenita de sal hasta la médula, siguió trabajando, comprando, limpiando, alternando con los amigos, el périódico de los domingos, las playas en verano, el cine, la cena de Navidad, su hijo. Nunca nadie notó nada, sólo algún alma sensible se extrañaba de ese olor a sal que desprendía.
Un final muy sugerente y aterrador.
ResponderEliminarMuy bonito y muy bien llevado hasta el final,
ResponderEliminarme gusta mucho como escribes
saludos
Sí, Manu, nada más aterrador que el olvido, el sentirse ignorado e invisible.
ResponderEliminarY yo me alegro de que te guste,Maria Luisa, ésto es interactivo. Cuando no sea así me lo dices también, que también ayuda.
Qué pena que nadie se diera cuenta, y es que la soledad está bien cuando tienes a alguién a quién contársela.
ResponderEliminarUn saludo indio
Ahora me explico el sabor salado de las lágrimas: El que no haya vuelto la vista atrás alguna vez, que tire la primera piedra.
ResponderEliminarBesos (también salados)
Mmmmm, ese olor bastante salado me produce una sensación salada en el paladar. Suerte.
ResponderEliminares bueno morirse y no temer a los gusanos.
ResponderEliminarbesos.
Ese pasar desapercibida, causa tristeza, al tiempo que dibuja una cotidiana realidad, y el olor a sal, recuerda a un dios vengativo e inmisericorde. Un abrazo.
ResponderEliminarAsí se nos castiga - o los intermediarios de los dioses nos castigan - por conmovernos y, sobre todo, por no obedecer...
ResponderEliminarMaravilloso relato, querida amiga. Besos.
Aquella maldita obediencia debida. ¿Por razón de que? ¿A quién? Las personas somos libres y solo nuestra ética y nuestra conciencia laica ponen fin a esas libertades. Muy buen relato. Un salu do
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