La fuerza moral de sus convicciones agigantaba la autoestima de David. Le plantó cara, mirándole desde lo más alto. Le acompañó también la suerte del novato y los vientos soplaron a su favor para vencerle. La mole se derrumbó con gran estruendo. Salían de su herida mortal, a borbotones, su prepotencia vana, su fuerza por la boca, por donde murió Goliath, como los peces.
un relato que siempre nos ronda. Besos desde unas tranquilas vacaciones en Maitencillo, playa al norte de Viña del Mar.
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