La de los días de lluvia es distinta, mimetiza solidaria con la suya. La otra, la de los días de sol, la solitaria, era mucho más dolorosa: le desgarraba la ausencia, le hería la distancia, moría en su silencio.
Hoy sí, hoy va a salir a la calle, sin paraguas, para llorar a sus anchas: nadie podrá distinguir entre la lluvia y sus lágrimas.
Cada tanto es necesario salir sin paraguas... Excelente Isabel! Me gustó muchísimo! sandra montelpare
ResponderEliminarME GUSTA !
ResponderEliminarSALUT
LOGUS
Qué bien cuando los elementos confabulan a nuestro favor...
ResponderEliminarMe encantaron tus letras sensibles y abiertas,transparentes como gotas de lluvia y lágrimas.
Abrazos.