La bala en tu sien, sin salida. Quieren apartarme del caso. Los puños, apretados, rígidos. Sin entrada. Es por tu bien, me dicen, pero yo sé que les importo una mierda.
Consigo por fin abrirte el derecho tras desencajar cada uno de tus dedos, se me quiebra alguno. Contengo mi dolor, debo hacer bien mi trabajo, no puedo darles motivos a esos pringaos para putearme, lo están deseando. Tienes un papel arrugado, está lleno de arrepentimientos, perdones, despedidas, putas mentiras.
En el otro, tu rabia ha dibujado cinco pequeñas hendiduras rojas en la palma. Me quito uno de los guantes blancos, no me ve nadie, necesito tocártelas, una por una, para que me cuenten por qué. Ahora es mía la rabia con la que aprieto los puños.
Ha sido ella, lo sé, aunque todas las pruebas apunten a tu suicidio. Es tu pistola, sí, pero no hay huellas. Nunca te marcharías sin decírmelo, sin darme instrucciones, tú eras así conmigo.
Esta jodida placa que me permite ser la primera en tocarte no ha podido salvarte la vida.
Te dije que no me gustaba, que había algo oscuro en sus ojos cuando me miraba. Yo a ella tampoco. Al principio pensé que su distancia era una cuestión de rivalidad, que no acababa de creer que lo nuestro fuese sólo amistad. Cómo te reíste el día que te lo conté, luego me diste un abrazo y seguimos trabajando. Aquella tarde, sin embargo, se encontraron nuestras miradas más veces de la cuenta, con sonrisa, a hurtadillas, algo extrañas. Y respeté tu deseo de no investigarla. Yo te lo respetaba a todo.
Ha sido ella, estoy segura. Mira sus ojos como lagrimean de uno en uno, rítmicos. Mira su boca, esa mueca que está negando al llanto. Mira como me mira la hija de puta.
De repente, la bala sale disparada de tu otra sien y se incrusta vengadora en su corazón. Fluyen todas la sangres. Se aflojan mis puños. Cesan todas las lágrimas.
He leído las dos versiones, la anterior y ésta; y he de decirte que la presente ha ganado mucho en potencia, al contrario de lo que se sostiene a veces en cuanto a que más breve más impacto. El párrafo final adquiere mayor rotundidad. No sé si sigue siendo un microrrelato o si ha pasado a ser un cuento breve, tampoco me importa, lo que cuenta es su evidente calidad que me ha llevado a escribir el presente comentario. Enhorabuena.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias Gabriel, me ha ilusionado este comentario. El límite entre cuento breve y microrrelato creo que no es tanto en el número de palabras como en las formas y recursos. Gracias de nuevo.
ResponderEliminarBuen relato, creo que has logrado darle el toque preciso para que te quede redondo. A mi desde luego me ha transmitido toda su intensidad y crudeza. Un saludo.
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