Dejó profundas huellas en mi camino que no fui capaz de ver durante el tiempo que convivimos juntos. Lo sé porque las reconozco en muchos de mis gestos: en ese tipo de cosas que provocan hoy mis risas y mis llantos, en cada una de las decisiones que tomo ahora que ya soy viejo y no la tengo, en la respuesta a mi caricia de su fiel amigo Toby, llena de regocijo, en la sonrisa plácida de mi nieta cuando se despachurra segura en mi regazo para dormirla con su canción de siempre.
Hoy desando nuestro camino en mis recuerdos, vuelvo atrás para recorrerlo de nuevo con sus ojos.
Qué ternura tu texto!...
ResponderEliminarEl valor de los momentos compartidos debiera traerse siempre al presente, para aprovechar y amar cada segundo con nuestros seres amados, ya que la vida, aquí en la tierra al menos, no es eterna..
Abrazos cálidos para ti!
Hermoso lo que escribiste. Un gusto leerte
ResponderEliminarNeli ☼
Es tan hermoso y delicado, Isabel
ResponderEliminarsí, descubrir la huella y el aliento benéfico de la persona amada en todo lo que nos rodea...cuando ya no la tenemos delante, estando al tiempo tan fresente.
ResponderEliminarUn placer descubrir su depurada prosa, Isabel
saludos blogueros
Gracias, José. Gracias por leer.
ResponderEliminarTiene que ser precioso desandar el camino para caminarlo de nuevo con sus ojos... precioso!
ResponderEliminarAbrazos