Si amanece un día y se queda quieto,
percibes una sensación extraña,
aparece la vida ante tus ojos
y se detiene justo en tu momento.
Si en ese instante, en el que pasa un ángel,
no alcanzas con tus sentidos a sentir
el calor de su piel y de sus manos
ni el olor y el sabor de sus palabras,
rendido ante ti, desmoronado,
existiendo enloquecido en tus caricias,
zenit de placer entre tus brazos,...
Detente.
Escucha.
Siente.
Es el dolor de la consciencia.
Escucha.
Siente.
Es el dolor de la consciencia.
Es ese ángel fieramente humano
que silenciosamente anuncia
que ya es hora de mirar para otro lado.
que silenciosamente anuncia
que ya es hora de mirar para otro lado.
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