― Aquí vinimos a descansar ¿no? ¿No recuerdas las palabras del médico? Para o acabaremos muriendo en el intento. Tenemos que seguir el tratamiento o nos separarán, mi cielo. Lo sé mi vida, es duro pero este mono sólo es al principio, después verás que puede ser incluso más bonito. No, mi amor, estate quieta. Entiéndelo ¿no? ¡Pues deja ya de moverte de ese modo! ¡Dios mío, vístete que no respondo!
A la mañana siguiente, cuando le llegó el turno, con suma vergüenza, se levantó y mirando a su marido dijo:
—Me llamo Lucía, tengo 87 años y soy adicta al sexo.
—Te queremos Lucía.
¡Qué grande eres Isabel!
ResponderEliminarMe ha encantado...
Suerte en el concurso.
ResponderEliminarUn saludo indio