Aquel día amaneció sin vida. Ya en el tanatorio velaba angustiada su propia muerte y no la consolaba el hecho de seguir respirando, como todos los que la querían se empeñaban en hacerle creer. Te acompaño en el sentimiento, ahora hay que ser fuerte, la vida sigue, piensa que al menos ya no sufres, por fin descansarás en paz, es mejor así, los últmos meses han sido muy duros, ánimo Lucía, hija, ahora a mirar "pa lante"; mami, pasa página que aquí estamos todos contigo, dame un abrazo hermanuchi, tita no llores... y así una tras otra resonaban aquellas frases de ánimo que se perdían en el ambiente lacrimógeno de la sala sin que ella recibiese ninguna. Permanecia de pie apoyada en el féretro sin poder quitar la vista de aquella mujer hermosa que aún conservaba el gesto de enamorada en sus labios, como si hubiese muerto besándole.
En la sala contigua, Arturo, de pie junto a su féretro lloraba también desconsoladamente. Tampoco a él le compensaban las palabras de ánimo de los demás. A las 11 en punto dos misas daban el último adiós a los finados. Ambos séquitos se cruzaron cuando se dirigían hacia el lugar que ocuparían para siempre en aquel particular cementerio de amores imposibles. Lucía y Arturo cruzaron un momento sus miradas húmedas y tristes en un último gesto secreto de complicidad. Ni siquiera al final pudieron estar juntos.
Qué triste ¿no? Ni al final pudieron estar juntos, ay
ResponderEliminarUn saludo indio
Parece que trabajas en un mismo texto los dos tipos de muerte que todos conocemos: la muerte real y la muerte en vida, ambas inapelables. Y lo haces convocando las palabras hermosas que el lector aspira a encontrar en ese entorno. La belleza en la expresión de quien se va y las lágrimas de quien se queda a este lado, tan solo y desamparado como los ausentes. Todo ello configura una historia triste, es verdad, pero sensata. Habrá más días para dibujar la esperanza. Y espero verla dibujada. Un abrazo.
ResponderEliminarSi Pedro, eso he intentado. Gracias por u visita y tu generoso comentario. Te añad a los blogs que sigo como hago con todos los compañeros de oficio que me visitan.
ResponderEliminarEncantada de conocerte,
Un saludo,
Isabel
Es que era un amor secreto, ahí está la clave,
ResponderEliminarpero yo creo que de alguna manera se encontrarían, no necesitados ya de su cuerpo para amarse.
Un abrazo,
Isabel
La idea y el tema me encantan, Isabel. Eso de estar en el tanatorio recibiendo las frases vacías de rigor (¿mortis?) es muy pero que muy potente. Lo que no entiendo es el título. No hace demasiado estuve en Teruel y me pareció entender que Juan de Marcilla e Isabel de Segura (los famosos y legendarios amantes) fueron enterrados juntos, con las manos entrelazadas, ¿no? Entontes... ¿puedes explicarme el título? Te lo digo porque para mí el título es una parte más del microrrelato, igaul o más importante que el cuerpo del texto. Un abrazo, Isabel.
ResponderEliminarEn primer lugar, muchas, muchas, muchas gracias Victor por tus valoraciones tan constructivas.
ResponderEliminarLo del título, bueno , claro, aquí me he olvidado del lector y he tirado de lo que significaba para mí el relato. Te explico, pretendía dar un tono entre amargo y divertido que le quitase algo de hierro al tono dramático del relato, y por muy vulgar que parezca , pensé que mis lectores harían la asociación con la frase popular de "Los amantes de Teruel, tonta ella y tonto él...y tontos en el sentido de no haber sido capaces de impedir esa muerte anímica, la muerte del amor que se tenían.
Pero, tiene razón en que el título es muy importante, pensaré si lo cambio o no.
Gracias, Víctor.
Un abrazo,
Isabel
Magnífico microrrelato, tristísima historia que, quizá, representa la de muchos amantes que jamás pudieron disfrutar su amor. Y esa imposibilidad, paradojicamente, es lo que ha hecho su amor firme y eterno. Saludos cordiales.
ResponderEliminarMuy shakespeariano, a lo Romeo y Julieta, un amor que no puede ser. Las historias tristes siempre son las más literarias, se les puede sacar más jugo que a los happy ends.
ResponderEliminarYo no creo demasiado en el amor. Lo considero una debilidad. El amor y la familia siemrpe te complican la vida.
ResponderEliminarBesos
es lo que pienso?
ResponderEliminarEncantador blog el tuyo, un placer haberme pasado por tu espacio...
ResponderEliminarSaludos y un abrazo enorme.
Hola Isabel, una forma de eternidad poco deseable. Gracias por pasar por casa, tocaya.
ResponderEliminarXiada, bienvenida a mi blog. Bueno, el amor aparece aunque no creas demasiado en él. No se elige, como tampoco se elige a la familia. Bueno, yo es que tengo una inclinación natural hacia la complicación.
Gonzalo,.. si supiera que es lo que piensas. Un abrazo.
Enacantada de conocerte Hiperión.Me alegro de que te guste. Repite cuando quieras.
Veo que hiciste algún cambio, Isabel, por ejemplo el título (que salió bueno). Creo que mejoró el texto, y espero que a ti también te lo parezca. Un saludo.
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