Prisioneros de su esfera se enamoraron entre sí. Teresa de Álvaro, Álvaro de Lucía, Lucía de Teresa. La esfera se convirtió en un círculo vicioso de amores imposibles y de tic_tacs desesperados. Teresa sólo cruzaba con Álvaro incompletos te quieros de un segundo, sin ni siquiera reparar en el amor de Lucía que siempre la estaba esperando al tiempo que rechazaba delicadamente a Álvaro. Sus caminos circulares cruzaban encuentros y despedidas inevitablemente y parecían condenados a un adiós concéntrico e inacabable. Hasta que se acabaron las pilas.
muy bonito.Sobre todo muy expresivo.saludos
ResponderEliminarSabrina El Boustatiy
Me ha encantado tu blog.
ResponderEliminarTe seguiré de cerca.
Un saludo
Los amantes de la esfera armilar son esclavos de su destino, cual conejitos Duracell. Nosotros, los amantes de los relojes de arena, dependemos de la decantación de los desiertos. Pero el tiempo y el amor se nos escapa entre los dedos. Yo creo que los amantes de las leyes del azar son los más afortunados. Todo esto -y mucho más- me sugiere tu relato.
ResponderEliminarAsí es la vida, un círculo donde no vemos su fin, lleno de posibilidades.
ResponderEliminarBonito texto.
Un abrazo.
me encanta todo este lío de amores enrevesados, en espiral y contenidos...
ResponderEliminar"Sus caminos circulares cruzaban encuentros y despedidas inevitablemente y parecían condenados a un adiós concéntrico e inacabable"..
Mare de deu, Isabeleta..como escribes!!!..
Un círculo redondo que nunca encontraba su conexión. Lástima que se agotaran las pilas...
ResponderEliminarUn petó
Los amores concéntricos y excéntricos, y su propiedad transitiva (como digo yo por reminiscencias de la escuela) siempre me han parecido el motor de toda literatura.
ResponderEliminarQuizás éste trío,agotó la pila, en la desesperación natural que se recibe como integrante de tales triángulos.
ResponderEliminarY así nos pasamos la vida... circulando. Vuelvo a leerte con gusto tras el parón veraniego
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