Cuando él se fue aquella mañana, ella se quedó de piedra, perdidas la esperanza y la mirada. Pronto hará tres años y sigue sin moverse, por más monedas que le echen.
Una historia entre lo real (los mimos) y lo fantástico (la esposa de Lot, convertida en sal). Muy buena mezcla de dos planos diferentes situados al mismo nivel, Isabel.
Ya te lo comenté la primera vez que lo colgaste: muy bueno éste.
ResponderEliminarUna abraçada.
Me parece terriblemente sugerente esa estatua humana, quieta sin quererlo, sin poder mover un músculo.
ResponderEliminarMuy bueno Isabel.
Las estatuas humanas siempre parecen esconder algún secreto detrás de esa angustiosa inmovilidad.
ResponderEliminarMe sonaba de haberlo leído. Muy bueno.
ResponderEliminarSaludos Isabel.
Sólo un beso la despertaría del letargo. Cenicienta esta vez tendrá que esperar más.
ResponderEliminarSaludos
Una historia entre lo real (los mimos) y lo fantástico (la esposa de Lot, convertida en sal). Muy buena mezcla de dos planos diferentes situados al mismo nivel, Isabel.
ResponderEliminarQué intenso! Muy bonito. Y enhorabuena por el blog, me gusta mucho.
ResponderEliminarSí Victor, jo també l´triat com el millor per això el penjo tot sol, sense compartir cartell. Abraçada.
ResponderEliminarGracias Jesús por tu visita. Hay circunstnacias en la vida que interiormente te dejan así.
Araceli, me parece que cada vez que deje una moneda a alguna de ellas mi temor será que no se mueva. Gracias por estar aquí.
Sí Torcuato, como le dije a Victor, es un bis en solitario.
O asumir de una vez que ese beso nunca llegará, Miguel beso, Miguel. Gracias.
Entre el mimo, la estatua de sal y la sensación de abandono, de pérdida. Todo ello paraliza se vea o no, Manu. Gracias por pasar.
Bienvenido a mi blog Alberto, espero que te quedes. Un saludo.
Realment molt bo, potser pot treure's unes monedes.
ResponderEliminarPetó crack!
Ui, estimat Josep, no anirien pas malament. Gracies guapo.
ResponderEliminar