Algunos lloran, otros ríen, pero en realidad están todos llorando a su manera:  esta vez,  la inmensa ola que ha sacudido la embarcación no se me ha llevado por delante. 
La vida que me espera al otro lado del estrecho me anima a asirme con más fuerza a la barcaza: yo no lloro, sonrío cada vez que sobrevivo a una embestida. 
Dejé atrás el infierno, morir es lo de menos. Ahí viene otra.

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