París, Monmartre, 2008
Se suben las persianas de las casas y se abren las ventanas de la vida. Se ventilan las habitaciones y las almas. Se asean los deseos, los cuerpos y las esperanzas.
Se oyen cantos de pájaros y de motores, ya salen las aves y los coches en busca de sueldos y alimentos
Ya ha salido el sol, empieza el día. Se nos fueron la noche y la luna, se abren los corazones, los sentidos, las rutinas y a mí... me pesa esta corona sin sentido y sin poder.
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